La antigüedad del Palacio Episcopal de Orihuela se remonta al siglo XVI, aunque anteriormente a la creación del obispado de Orihuela (1564), los obispos de Cartagena tenían un palacio en la ciudad situado en el solar que ocupa el hospital de San Juan de Dios (actual Museo Arqueológico Comarcal). El origen de la construcción se remonta a la segunda mitad del siglo XVI y fue construido sobre el antiguo hospital medieval del Corpus Christi. A lo largo de los siglos ha sufrido diferentes reformas o etapas constructivas.
Una primera fase constructiva que corresponde al palacio renacentista que se inicia en el año 1558, cuando el obispo de Cartagena, el portugués Esteban de Almeyda, permutó su palacio por el Hospital del Corpus Christi y San Bartolomé, situado en la calle Mayor frente a la entonces colegiata del Salvador. Allí erigió un nuevo edificio con la funcionalidad de residencia episcopal, tal como queda atestiguado con la presencia de su escudo heráldico en la puerta de la Curia, situada frente a la fachada lateral de la puerta del Loreto.
Con la creación del obispado de Orihuela acaecida apenas unos años después, el edificio quedó definitivamente establecido como el hogar de los prelados de Orihuela y centro de la administración diocesana. De su fábrica original se conserva actualmente una amplia sala con un artesonado renacentista y la galería del río, formada por unas arquerías de gran belleza, situadas en la entreplanta del edificio y sus correspondientes estancias superiores como la sala del trono y la galería superior, así como el patio llamado de la Curia. La calidad del diseño de las arcadas de la galería inferior y el balconaje de la superior, así como los artesonados renacentistas de las salas y la cronología de su construcción (1558) nos permite atribuir el diseño del edificio al arquitecto Jerónimo Quijano, activo por aquellas fechas en la ciudad y que unos años antes había diseñado la capilla del Loreto (1552), anexa al patio de la Curia y a la portada de Almeyda.
La segunda fase constructiva del edificio corresponde al barroco cuando en 1733, el obispo de Orihuela, de origen ponferradino, José Flórez Ossorio, realizó una importante intervención en el palacio trasformando en gran medida la obra original. Los trabajos que se llevaron a cabo consistieron en reforzar la cimentación del edificio, la construcción de una nueva portada que sería desde entonces la principal del edificio, el claustro, la provisoría, la curia y demás oficinas administrativas. Además de estas actuaciones, adecuó la antigua biblioteca, el archivo, el oratorio y la cárcel eclesiástica.
Tanto en la nueva portada como en el claustro, se colocó el blasón del obispo promotor de las obras, así como la fecha de la construcción de la portada (1733) que nos permite datar esta fase constructiva del edificio. Este detalle es muy significativo pues denota una actitud propagandística del prelado ponferradino, en primer lugar como mecenas y en segunda instancia como reforzamiento de su autoridad en el contexto de enfrentamiento que mantenía con los canónigos de la S.I. Catedral de Orihuela, cuya sede estaba situada a apenas unos metros.
Durante el episcopado del obispo José Tormo Juliá se reedificó buena parte del palacio, además de construir dos residencias episcopales, una en Cox y otra en Elche. Las obras consistieron en la reforma de la fachada, la reforma del acceso desde el patio de la curia a las dependencias episcopales, y la apertura de una biblioteca pública.
El historiador Montesinos nos describió como era el palacio en su época (1776) que correspondía al gobierno de este prelado:
“El Palacio Episcopal (en lo antiguo hospital General) se halla a las orillas del famoso Río Segura, en la Calle Mayor, frontero a la Santa Iglesia Catedral, es bastante grande, capaz, majestuoso, con hermoso oratorio, preciosa escalera de mármoles, pública biblioteca, media naranja, tribunal de la curia, salas de su señoría ilustrísima, aseado claustro, espaciosos graneros; toda esta hermosa fábrica, tiene una hermosa vista al ríos Segura y su huerta; y por la ciudad tiene una hermosa fachada con tres principales puertas, varios balcones de hierro con sus celosías y varias pinturas; cuya última perfección moderna se debe al celo de Nuestro Ilmo. Prelado el Sr. Don Joseph Tormo, que actualmente gobierna”.
A. D. O. Montesinos y Orumbella, 203 r – v.
No será hasta el último cuarto del siglo XIX cuando se realicen nuevas intervenciones en el edificio. De este modo, el obispo Pedro María Cubero (1866 – 1881) realizó en 1872 un jardín en el claustro episcopal. Durante su episcopado se recibió y hospedó a la reina de España Isabel II. En la época del obispo Maura se embelleció su interior, en concreto el salón Amarillo, y se colocaron vidrieras en la escalera principal con el escudo del citado prelado. Las últimas actuaciones fueron realizadas por el vicario general Luis Almarcha quién realizó la restauración de los locales destinados a vivienda particular del prelado Siendo tras el fallecimiento del obispo Irastorza dejando una prueba de su conocimiento de las Bellas Artes.
Este edificio fue declarado Monumento Nacional por acuerdo del consejo de ministros del 10 de octubre de 1975, cuyo decreto oficial se publicó el 26 de noviembre del mismo año en el Boletín oficial del Estado firmado por el príncipe Juan Carlos de Borbón, recogiendo la petición formulada por el ayuntamiento de la ciudad.
El resultado de todas estas iniciativas arquitectónicas es un edificio de planta que adquiere forma rectangular y se estructura en torno a dos patios. El palacio tiene tres alturas siguiendo la tipología habitual de la arquitectura palaciega oriolana; planta baja con basamento de sillería, donde se localiza la portada principal, planta noble con vanos de mayor altura, con decoración en los dinteles y jambas, cerrados mediante balcones con rejería barroca y azulejería del siglo XVIII bajo los balconajes. Mientras, en la planta superior se sitúan vanos de menor amplitud, también decorados, pero claramente jerarquizados al respecto de las otras dos plantas.
Tiene tres accesos, el situado a la izquierda en la línea de fachada permitía el acceso a las caballerizas y almacenes, el de la derecha estaba reservado a la curia diocesana, y la puerta principal, profusamente decorada y presidida bajo el escudo del obispo José Flores Ossorio (1728 – 1738), que accede directamente al claustro del edificio, formado con arcos de medio punto, decorados con escudos heráldicos situados sobre pilastras. Destaca también la caja de escalera principal, con escalones de mármol rojo y balaustrada de hierro forjado del siglo XVIII, que remata con una cúpula sobre tambor octogonal, que al exterior se recubre con teja azul vidriada.
El palacio ha recibido la visita de ilustres personajes a lo largo de su dilatada historia. Destacan las visitas reales de la reina Isabel II que visitó la ciudad de Orihuela en 1862 alojándose junto a su familia y su séquito en el palacio episcopal y la visita en 1925 del rey Alfonso XIII que fue recibido por el obispo Javier Irastorza y Loinaz.
Durante los años 2003 y 2004 se realizó una profunda restauración de todo el edificio con el fin de adecuarlo para acoger la sede central de la exposición de arte sacro que la Fundación de la Comunidad Valenciana “La Luz de las Imágenes” organizó con el título “Semblantes de la Vida”. Las diferencias de requerimientos entre la colección permanente del museo y la exposición temporal de La Luz de las Imágenes, junto con los recursos escenográficos de esta última, hicieron precisa la adaptación de algunos elementos de la obra, que fueron mantenidos hasta la clausura de la exposición.
En el año 2010, se habilitó el inmueble como museo y archivo histórico de la diócesis siendo inaugurado a principios del año 2011 por el obispo Rafael Palmero Ramos.
CECILIA ESPINOSA, Mariano. El patrimonio cultural de la ciudad de Orihuela: un modelo para la gestión de los bienes culturales, tesis doctoral, Universidad de Alicante, Alicante, 2015.