La ausencia de los obispos en sus diócesis cambió tras el Concilio de Trento, que decretó la obligatoria estancia de los prelados en sus diócesis para hacer frente a los problemas acaecidos en el seno de la Iglesia.
Palacio Episcopal de Orihuela
Esta medida supuso la renovación arquitectónica y artística de la residencia de los obispos, los palacios episcopales, con el fin de renovar su aspecto ornamental y dotarles de un gran prestigio acorde con el poder episcopal.
Era muy frecuente que los propios prelados donasen obras de sus colecciones privadas a la dignidad episcopal. Don José Tormo, obispo de la diócesis de Orihuela que residió en el Palacio Episcopal, donó una colección de pinturas del siglo XVII para revestir las paredes de una de las salas más simbólicas del palacio, el salón del trono.
Salón del trono. Pasa el cursor para saber más.
La colección de pinturas, realizada por el artista Pedro Orrente, representa episodios bíblicos del Antiguo y Nuevo Testamento. Desde los inicios de la cristiandad, los programas iconográficos de ciclos religiosos eran temas muy representados por su rico lenguaje teológico y simbólico.
Para el Concilio, la representación de escenas bíblicas era una vía de comunicación con la transmitir los valores dogmáticos de la fe y los comportamientos que un buen cristiano debía seguir para su salvación.