Virgen María

VIRGEN MARÍA: mediadora entre los dos mundos

CONCILIO DE TRENTO, sesión XXV,
La invocación, veneración y reliquias de los santos
yde las sagradas imágenes (1563).

 

Frente a una Europa protestante que rechazaba el culto a la Virgen María, la Iglesia Católica defendió su papel como madre de Cristo y de una Iglesia que la venera. Para la Contrarreforma, la Virgen era un símbolo de expresión de la victoria frente al avance protestante, y protectora de la Iglesia Católica.

 

El culto a la Virgen María es uno de los pilares fundamentales de la cristiandad y del arte sacro

Muchas escenas de la vida de María ya eran representadas desde la Edad Media, pero durante los años de la Contrarreforma se va a apreciar un cambio de representación acorde con la nueva iconografía y con su papel de propagación de la fe.

En la Anunciación del siglo XVII se representa al arcángel san Gabriel con María, acompañados de una corte de ángeles que invaden el espacio terrenal, creando así una atmósfera mística que llevará al creyente a un espacio celestial. Estamos pues, ante una Anunciación triunfal o mística que refleja la idea de María como mediadora entre el mundo terrenal y lo divino.

El ángel entró en su casa y la saludó, diciendo:

« ¡Álegrate!, llena de gracia, el Señor está contigo ».

(Lc, 1, 28)

 

 

Por otro lado, la bondad, pureza y cercanía son reflejo de esa representación de María como una mujer mortal en el seno de su hogar cuidando de su niño, pero siempre acompañada de ángeles que reflejan ese aspecto celestial de la Virgen como madre de Jesús. De esta manera, se acercaba la imagen de la Virgen al espectador, una virgen intercesora entre los dos mundos.

 

La Inmaculada Concepción

El culto a la Virgen bajo la advocación de la Inmaculada Concepción fue uno de los pilares del Concilio de Trento. La doctrina inmaculista reconoce que María fue concebida sin pecado original en el vientre de Santa Ana. Sin embargo, dicha doctrina trajo consigo diversas controversias. Muchos teólogos la defendían, pero otros, la rechazaban.

En la Monarquía Hispánica -una de las naciones más católicas y donde más arraigado estaba el culo a la imagen de María-, la doctrina inmaculista fue defendida.  Los reyes ejecutaron una fuerte promoción de su veneración y  realizaron diversas embajadas a Roma en defensa de la confirmación de la doctrina inmaculista.

Capítulo 8: Del culto, y reverencia de nuestra Señora (1663).

Una de las advocaciones más arraigadas en el Obispado de Orihuela fue la Inmaculada Concepción, reflejo de esa profunda devoción e identidad colectiva de la monarquía hispánica. 

En el tercer sínodo de la diócesis realizado  por el obispo don Acacio March de Velasco se va a tener en cuenta la importancia de la Purísima Concepción, nombrada en el Capítulo 8.

 

«no se permita predicar al que no aseguráre primero, que dirá el elogio de la Inmaculada Concepción».

En este contexto, la expresión en el arte fue fundamental para la difusión de una imagen que representase esta doctrina. Pese a que ya se representaba con anterioridad, no fue hasta el siglo XVII cuando se definió un modelo de representación de esta iconografía, realizada por Francisco Pacheco en su “Arte de la Pintura”.