La Contrarreforma supuso un cambio trascendental en la representación del arte sacro
El arte se convirtió en el discurso de evangelización y de incitación a la devoción del culto a las imágenes
La necesidad de una nueva ornamentación de los templos se vio respaldada con el surgimiento de un nuevo estilo que marcará el siglo XVII, el Barroco. La teatralidad y dramatismo que desprendían las obras, el contraste de luces y sombras, la exageración de las formas… son características que convirtieron al Barroco en un instrumento idóneo para representar la iconografía de la Contrarreforma.
Se representaban escenas bíblicas con las que transmitían los valores dogmáticos de la fe. De esta manera, el arte de la contrarreforma tenía una función catequética mediante la cual se transmitían emociones que generaban unos resortes afectivos en el espectador que lo conmovían e instruían en la fe.
Los obispos desempeñaron un papel trascendental para la propagación de las ideas tridentidas
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